1. Las personas diligentes son altamente apasionadas.
Empiezan y terminan su labor y se llenan de emoción en todo
momento de sus labores. Saben que el impacto que tendrá lo que hagan, será de
provecho para toda la comunidad.
2. Las personas diligentes siempre terminan sus labores.
No pueden dejar nada a la mitad. Si es una carrera, un
matrimonio, la lectura de un libro, siempre se lleva a feliz término y sacan
provecho de cada situación enfrentada y jamás deja que el desánimo se apodere
de su vida.
3. Las personas diligentes ordenan sus prioridades.
Este principio será un poco más largo
que los demás, ya que se desea ilustrar con una historia maravillosa que
aparece en un escrito de Max Lucado, llamado “Cómo Jesús”: “Había un cuidador
de un faro que recibía aceite una vez al mes para mantener la llama ardiendo.
Una vecina le pidió aceite para calentar su casa, un padre necesitaba para su
lámpara y alguien más necesito aceite para lubricar una rueda. El cuidador
accedió a todos estos pedidos, porque todos eran perdidos justifico y causas
nobles.
Cerca de fin de mes, el faro se apagó
por falta de aceite y varios barcos encallaron en los acantilados. Sus jefes lo
despidieron de inmediato, diciéndole: «Se te dio el aceite por una sola razón:
queríamos que mantengas el faro ardiendo».
No podemos suplir toda necesidad de mundo. No podemos
complacer a todo el mundo. No podemos atender las peticiones del mundo. Algunos
lo intentamos. Al final se nos acaba el aceite. Así que estime con sensatez sus
capacidades y apéguese a ellas.”
4. Las personas diligentes no son perfeccionistas.
Algunos creen que diligencia es perfección y no es así. El
diligente conoce sus debilidades y trabaja para mejorar cada día.
5. El diligente es productivo.
No se puede hablar de diligencia sin hablar de
productividad. Esa capacidad de hacer que los frutos se multipliquen, solo está
en aquellas manos que siempre están dispuestas a trabajar.
6. Una persona diligente nunca ve problemas, siempre ve una
oportunidad.
Salomón escribió en Eclesiastés: “El agricultor
que espera el clima perfecto nunca siembra; si
contempla cada nube, nunca cosecha.” Si vives pensando en los obstáculos, nunca
podrás emprender.
7. Una persona diligente no cae en el activismo,
Sino que logra organizar sus
actividades laborales, familiares, de ocio y profesionales de tal manera que,
tiene una familia unida, un trabajo estable y una visión en paso de ser
alcanzada.
8. Son personas que se ganan la confianza.
Se les delega tareas y las llevan a buen término, no importa
si alguien los supervisa o no.
9. Una persona diligente asume retos.
Los diligentes son incansables, dinámicos y activos. Aunque
también son realistas y saben que es lo que puede o no hacer, siempre toman
retos que no dejan sin terminar, sino que les ayudan a crecer.
10. Como punto final, las personas diligentes aman lo que hacen,
no importa si les gusta o no.
Utilizan toda situación para su crecimiento personal y que
logran vivir cada día como si fuera el último.
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